El piragüismo español experimentó un cambio trascendental entre 1984 y 2004, cuando obtuvo 29 medallas en campeonatos mundiales, pero ninguna en los Juegos Olímpicos. Sin embargo, esta sequía olímpica terminó en Atenas 2004 gracias a David Cal, quien logró oro en C1 1.000 y plata en C2 500, marcando el inicio de una era de éxitos continuos para el piragüismo español en el escenario olímpico. Cal recuerda cómo la incipiente esperanza se convirtió en realidad, rompiendo una supuesta maldición que perseguía al deporte nacional. Desde entonces, España ha seguido destacándose en los Juegos, consolidando al piragüismo como una de las disciplinas más fructíferas para el país. Sin embargo, la perspectiva de nuevos desafíos se vislumbra con la retirada de veteranos y la ascensión de nuevas promesas.
David Cal, quien se retiró hace una década, sigue siendo un referente gracias a su legado y a su récord de medallas olímpicas, recientemente superado por Saúl Craviotto. Cal se mantiene optimista sobre el futuro del piragüismo español, a pesar del relevo generacional que se avecina. El atleta recuerda sus inicios en el deporte, impulsados por su entrenador Suso Morlán, quien fue crucial al convencerlo de continuar cuando pensaba en retirarse a los 18 años. A lo largo de su carrera, Cal experimentó los desafíos propios de la transición a la vida después del deporte profesional, un proceso que describe como emocionalmente complejo. Ahora, observa con esperanza el desarrollo de los futuros campeones del piragüismo español, quienes algún día tomarán el relevo en la representación olímpica del país.
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