Durante décadas, los fósiles conocidos como «Ushikawa Man» se contaron entre los restos humanos más antiguos de Japón, estimados en 20.000 años. Descubiertos en la década de 1950 en Toyohashi, estos hallazgos se convirtieron en un hito en la arqueología japonesa, destacándose en un periodo crítico de reconstrucción posguerra cuando las pruebas sobre los primeros pobladores del país eran altamente valoradas. Sin embargo, investigaciones recientes han desafiado esta narrativa, revelando que los supuestos huesos humanos eran en realidad restos de un oso pardo. El estudio, liderado por el antropólogo Gen Suwa de la Universidad de Tokio, utilizó tecnología avanzada de tomografía computarizada y análisis visuales detallados, confirmando el error de identificación que había persistido durante años debido a las limitaciones en el conocimiento paleontológico de la época.
Este sorprendente giro subraya la importancia del análisis continuo y del uso de tecnologías modernas para revisar descubrimientos arqueológicos. Aunque inicialmente considerado un pilar en la cronología humana de Japón, el hallazgo de estos fósiles de oso reconfigura la comprensión de los restos más antiguos de la región, ahora atribuidos a huesos hallados cerca de Hamakita con una antigüedad de 14.000 a 17.000 años. Este resultado no supone un retroceso, sino una reafirmación del compromiso científico con la verdad. Al reevaluar descubrimientos pasados bajo nuevas luces, la ciencia no solo avanza, sino que refina sus métodos y amplía su comprensión del mundo antiguo, recordando la necesidad de cuestionar lo que una vez se consideró indiscutible.
Leer noticia completa en OK Diario.
