El incremento salarial ha alcanzado un 7,4% este año, una cifra que, aunque supera el índice de inflación antes de impuestos, no logra mitigar completamente la pérdida de poder adquisitivo que se ha acumulado en los últimos años. Este incremento es inferior al 8,5% registrado el año anterior, lo que genera preocupaciones entre los trabajadores y expertos económicos sobre la sostenibilidad financiera y el bienestar de los ciudadanos. Este panorama refleja un reto persistente en la economía nacional: la incapacidad para equiparar el crecimiento salarial neto con el aumento del costo de vida.
A pesar de estos incrementos, los analistas subrayan que el poder adquisitivo sigue erosionándose, afectando notablemente el consumo y la calidad de vida de las familias. La disparidad entre el alza salarial y la inflación neta indica una brecha que requiere atención política y económica urgente para evitar mayores desigualdades y tensiones sociales. Las medidas adoptadas hasta ahora no han sido suficientes para estabilizar el bienestar económico, lo que subraya la necesidad de un enfoque más integral y efectivo para abordar este desafío.
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