Los trabajadores del puerto de Tánger Med han rechazado participar en la carga de material militar destinado a Israel a bordo de los buques de la compañía danesa Maersk, que fueron desviados al puerto marroquí tras serles prohibida la entrada en Algeciras por las autoridades españolas. Esta decisión fue aplaudida por el Movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) en Marruecos, que elogió a los «valientes trabajadores portuarios» por su negativa a colaborar con la «transferencia ilegal» de armamento, parte de un programa de cooperación en seguridad entre Estados Unidos e Israel. El movimiento BDS ha instado a otros puertos marroquíes a seguir el ejemplo y convertirse en una barrera frente a la participación en acciones que consideran genocidas contra el pueblo palestino.
Esta acción de los trabajadores se sitúa en un contexto de relaciones diplomáticas complejas entre Marruecos e Israel, que han experimentado un nuevo impulso desde que Rabat normalizó los lazos en 2020. Pese a que se mantienen estrechas relaciones comerciales, el rechazo popular a esta cooperación es evidente, especialmente a raíz del conflicto prolongado en la Franja de Gaza. La reciente reapertura en septiembre de la oficina de enlace israelí en Rabat y los gestos controvertidos de Netanyahu respecto al Sáhara Occidental han añadido tensiones adicionales a una relación ya sensible, dado el reconocimiento del año pasado por parte de Israel de la marroquinidad del Sáhara Occidental a cambio de dicha normalización. Estos gestos subrayan una fricción diplomática latente, que cobra mayor intensidad ante el escándalo generado por el material militar en tránsito por puertos marroquíes.
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