La coalición formada por yihadistas y rebeldes sirios ha anunciado su entrada en Damasco, marcando un nuevo capítulo en la prolongada guerra civil del país. Después de once días de una ofensiva implacable desde el noroeste de Siria, los insurgentes, liderados por el grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS), aseveran haber «liberado» la capital, generando pánico e incertidumbre en el gobierno de Bashar al Asad. Fuentes del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos han confirmado que Al Asad abandonó Damasco junto a altos mandos militares, cuyo paradero actual se desconoce. El aeropuerto de la capital fue evacuado por completo, simbolizando un potencial colapso del régimen que ha dominado el país por 54 años.
En un mensaje publicado en Telegram, HTS celebró lo que describieron como un «día de libertad» para los sirios, tras décadas de opresión bajo el gobierno de la familia Asad. Los insurgentes remarcaron que este es el esperado momento para los desplazados y prisioneros, vislumbrando un regreso a sus hogares después de años de sufrimiento. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con cautela esta nueva fase del conflicto sirio, evaluando las posibles repercusiones en la estabilidad de la región. La caída de Damasco podría reconfigurar el tablero político del Medio Oriente, abriendo nuevos dilemas sobre el futuro de Siria y la influencia de actores externos en la evolución de este conflicto prolongado.
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