En un incidente sin precedentes, la milicia local irrumpió en las instalaciones de las Naciones Unidas, tomando el control del recinto y creando una alarma internacional. Los atacantes forzaron la entrada, provocando la evacuación del personal de la ONU y levantando preocupaciones sobre la seguridad y la estabilidad en la región. Las fuerzas de seguridad locales se han desplegado en el área, mientras las autoridades intentan establecer un contacto seguro con los perpetradores para negociar una salida pacífica al conflicto.
Ante estos acontecimientos, el enviado de la ONU ha emitido un comunicado exigiendo la «liberación inmediata e incondicional» de las instalaciones. La comunidad internacional ha condenado la acción, calificándola como un asalto a la paz y la diplomacia en la región. La tensión permanece alta mientras se espera una respuesta coordinada para resolver la crisis, y se insta a las partes involucradas a que eviten una escalada que podría tener consecuencias más graves.
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