Esmail Qaani, comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, volvió a aparecer públicamente en Teherán tras días de especulaciones sobre su paradero. La semana pasada, medios en Irán y el Líbano reportaron que Qaani podría estar bajo arresto domiciliario, sospechoso de ser el informante que facilitó a Israel detalles sobre la cúpula de Hizbulá, lo que culminó en el asesinato de varios de sus altos cargos, incluido su líder, Hasan Nasralá. Sin embargo, imágenes recientes de la televisión iraní lo muestran en un acto en el aeropuerto de Mehrabad, en presencia de funcionarios de alto nivel de la República Islámica, recibiendo los restos del general Abbas Nilforoushan, fallecido en un ataque israelí en Beirut.
La reaparición de Qaani, acompañada de rumores sobre una posible condecoración que el líder iraní Ali Jamenei podría otorgarle, agrega un nuevo capítulo a la tensión entre Irán, Hizbulá e Israel. A pesar de las versiones de que estaba bajo custodia, el subcomandante Iraj Masjedi aseguró que Qaani goza de buena salud y continúa sus tareas habituales. Este contexto se da en un momento crítico, cuando Hizbulá y Hamás sufren la pérdida de sus líderes en incursiones recientes, y la figura de Hashem Safi al Din, potencial sucesor de Nasralá, también estaría en la mira israelí. La situación se intensifica con la expectativa de una posible represalia de Israel a los ataques iraníes, que podría agravar aún más el ya delicado equilibrio en la región.
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