Real Sociedad y Athletic de Bilbao protagonizaron un derbi vasco sin goles ni emociones fuertes, culminando en un empate sin más merecimiento que el reparto equitativo de puntos. Desde el comienzo, el partido careció de la intensidad habitual de estos duelos regionales, caracterizados generalmente por una atmósfera cargada de tensión y rivalidad. A pesar de un inicio prometedor por parte de la Real Sociedad, la llama se apagó pronto, y los intentos de ambos equipos por dominar el juego se desvanecieron en mediocampo. Las pocas oportunidades claras, como el remate de cabeza de Brais Méndez que Unai Simón detuvo con una destacable intervención, fueron aisladas en un encuentro mayormente dominado por el sopor.
En la segunda mitad, ambos conjuntos intentaron romper la monotonía con mayor dinamismo, pero las imprecisiones y la fatiga pasaron factura. Los cambios tácticos de Ernesto Valverde en el Athletic, buscando más frescura, no consiguieron alterar el rumbo de un partido que regresaba a su ritmo lento y errático. La Real Sociedad, impulsada por el orgullo hacia el final, trató de inclinar el marcador a su favor, pero se encontró con una defensa visitante sólida, que supo mantener el empate y salvaguardar un punto valioso en el campo del rival histórico. Sin embargo, la frustración fue palpable en ambos bandos, un reflejo de la falta de fútbol ofensivo en este deslucido enfrentamiento.
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