El inicio del encuentro de Champions League entre el Real Madrid y el Olympique de Marsella estuvo marcado por un fuerte despliegue policial a raíz de incidentes con hinchas ultras del equipo francés en las inmediaciones del Santiago Bernabéu. La intervención de agentes antidisturbios se produjo horas antes del partido, mientras los aficionados intentaban crear disturbios durante su trayecto en metro hacia el estadio. Ante este escenario, las autoridades desplegaron un total de 1.873 efectivos de seguridad para garantizar el orden durante este importante evento deportivo.
Además de los controles habituales, las medidas de seguridad incluyeron exhaustivos registros a los 3.800 aficionados marselleses con entradas, quienes fueron sometidos a revisiones que incluían la obligación de despojarse de prendas y calzado. Durante estas inspecciones, se incautaron diversos objetos como baterías externas, cigarrillos electrónicos y, notablemente, banderas de Palestina, que provocaron la indignación de algunos aficionados. A pesar de la prohibición, algunos símbolos lograron hacer su aparición en la grada visitante, donde los hinchas continuaron manifestando sus consignas.
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