En medio de la tensión comercial mundial, las medidas proteccionistas propuestas por Estados Unidos han puesto en alerta a los sectores exportadores. Aunque España no es de los países más afectados, dado que sus exportaciones al mercado estadounidense representan menos del 5% del total, sectores como las semi-manufacturas y la cerámica podrían enfrentar tensiones menores gracias a su rol complementario en la economía de EE.UU. Sin embargo, la agroindustria y los productos farmacéuticos podrían experimentar impactos más significativos debido a la competencia directa con firmas locales, lo cual demanda medidas de apoyo adicionales. Afortunadamente, la rentabilidad en la industria alimentaria ofrece cierto margen para mitigar estos choques, mientras que las importaciones de armamento y aeronaves siguen siendo áreas estratégicas menos vulnerables a restricciones.
El mayor desafío podría derivar de la incertidumbre en la inversión, dado el entorno geopolítico incierto. La inversión directa de EE.UU. en España, que constituye un pilar significativo del sector automotriz en el país, podría verse mermada. Del mismo modo, las empresas españolas que operan en EE.UU. podrían revaluar sus proyectos frente a la inestabilidad regulatoria. A nivel europeo, existe la oportunidad de fortalecer el mercado interno mediante la implementación de medidas que aseguren estabilidad y seguridad jurídica. A largo plazo, el enfoque debe estar en revitalizar los motores internos de la economía para contrarrestar los impactos de políticas proteccionistas, que eventualmente también afectarán a Estados Unidos de manera adversa. Con Alemania posiblemente respondiendo a los aranceles con políticas fiscales sostenibles, Europa podría avanzar hacia una integración económica más robusta, brindando un contrapeso efectivo a las tensiones comerciales.
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