Ana Orantes se convirtió en un símbolo de la lucha contra la violencia de género tras denunciar públicamente el maltrato que sufría de su marido. Dos semanas después de estas declaraciones, su vida fue truncada de manera brutal cuando su pareja la asesinó en la puerta de su casa, rociándola con gasolina y prendiéndole fuego. Durante una aparición en el programa Viajando con Chester, su hija Raquel compartió las terribles experiencias de su infancia, revelando que tanto ella como su hermano vivieron en un ambiente de terror, donde la figura paterna se describía como un verdadero monstruo.
Raquel relató cómo la dinámica familiar era opresiva, sugiriendo que cualquier muestra de afecto hacia su madre también debía ser dirigida hacia el padre, algo que nunca se sentía natural. Recordó que sus estudios se convirtieron en un refugio, encerrándose en su habitación con una toalla en la puerta para evitar ser descubierta por él, quien prefería que las mujeres se dedicaran exclusivamente a las tareas del hogar. La conmovedora historia de la familia Orantes pone de relieve la necesidad urgente de abordar la violencia de género y el impacto devastador que tiene en las víctimas y sus seres queridos.
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