Una reciente controversia ha surgido en el aeropuerto de Madrid-Barajas tras una inspección de seguridad realizada a una pasajera. La empresa de seguridad notificó a AENA que la inspección fue realizada porque se detectaron «bultos en la cabeza» que hicieron sospechar que la mujer podría estar ocultando algo debajo de su peluca. Estos bultos terminaron siendo trenzas, lo que motivó el chequeo. La sorpresa vino después, cuando se descubrió que la pasajera, en realidad, tenía la cabeza completamente rapada, dejando en entredicho el criterio utilizado por el personal de seguridad para la inspección.
Este incidente ha generado preocupación sobre los protocolos de seguridad y el tratamiento a los pasajeros en los aeropuertos. Los criterios para realizar inspecciones de este tipo son cada vez más examinados, especialmente en un contexto donde se espera que las medidas de seguridad no comprometan la dignidad ni discriminen a las personas por características físicas o estilos personales. AENA, por su parte, aún no ha emitido un comunicado sobre si revisarán o modificarán los procedimientos a raíz de este incidente que ha captado la atención pública y cuestionado las prácticas actuales en materia de seguridad aeroportuaria.
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