La incursión de fuerzas ucranianas en territorio ruso ha desconcertado al Kremlin, dejándolos sin una reacción efectiva debido a su falta de improvisación ante lo que consideraban inimaginable. Witold Rodkiewicz, experto en política exterior rusa, señala que esta acción ha tenido un significativo impacto psicológico en la población rusa, poniendo en duda la propaganda estatal que intenta proyectar una imagen de control. La operación ucraniana, comparada con movimientos inesperados como la rebelión de Prigozhin, amenaza la estabilidad y legitimidad del sistema ruso. La élite del KGB ve la situación como un desafío a su estructura y manipulación dominante. Además, Rodkiewicz destaca que el reciente canje de agentes secretos por opositores políticos es clave para mantener la moral dentro de los servicios secretos rusos y enviar una señal a Washington sobre la posibilidad de negociaciones, aunque estas se interpretan como parte de la estrategia de conflicto más que un camino al compromiso. La situación también está siendo observada con atención en el contexto de las próximas elecciones en Estados Unidos, donde Rusia prefiere la previsibilidad de los líderes convencionales sobre la disrupción de figuras como Trump.
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