Vladimir Putin ha negado el uso de un misil balístico intercontinental en el reciente ataque a la ciudad de Dnipro, atribuyendo en cambio el lanzamiento al nuevo misil hipersónico Oreshnik. Putin destacó que estos misiles hipersónicos de rango medio no pueden ser interceptados por los sistemas de defensa actuales. El líder ruso indicó que el objetivo fue una planta de producción de misiles Neptuno, asegurando que Rusia responderá de forma «decisiva y simétrica» ante agresiones extranjeras. En su discurso televisado, Putin afirmaba que las defensas antiaéreas rusas lograron repeler ataques recientes con misiles de largo alcance estadounidenses y británicos en las regiones fronterizas de Briansk y Kursk.
El aumento de las tensiones ocurre en un contexto de más de 1,000 días de conflicto, con la administración estadounidense y la Unión Europea preocupadas por un posible incremento de la guerra híbrida por parte de Rusia. Mientras Volodimir Zelenski, presidente ucraniano, investiga el tipo de misil empleado en el ataque, Estados Unidos concluyó que se trató de un misil balístico de alcance medio, no de un misil intercontinental. Estos acontecimientos se desarrollan en medio de un ambiente de cansancio entre las fuerzas ucranianas, lo que podría allanar el camino hacia negociaciones para poner fin al conflicto. El escepticismo inicial ante las declaraciones ucranianas sobre el uso del misil intercontinental por parte de funcionarios occidentales refleja una compleja situación con múltiples narrativas y un potencial cambio en la dinámica del enfrentamiento.
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