Vladimir Putin, en una extensa comparecencia ante los medios rusos, ha afirmado que la economía de Rusia se mantiene «estable», a pesar de la creciente preocupación por la inflación, que ya supera el 9,1%, y las elevadas inversiones en la guerra en Ucrania. El presidente proyecta una imagen desafiante al lanzar un reto a Estados Unidos para probar el alcance de sus misiles hipersónicos en un escenario hipotético en Kiev, todo mientras el conflicto sigue incluyendo movimientos militares significativos tanto en Ucrania como en regiones como Kursk, dentro del territorio ruso. Paralelamente, Putin ha manifestado su disposición para reunirse con Donald Trump, con quien no ha sostenido conversación alguna en años, sugiriendo una abertura para el diálogo con el estadounidense.
En su disertación, Putin también ha destacado el avance de la «operación militar especial» en Ucrania, prometiendo reconstruir las áreas afectadas y presumiendo de la moral y avances del ejército ruso, a pesar de reconocer la falta de apoyo en zonas como Kursk. La relación con Siria se presenta bajo un ángulo exitoso, sin considerar una derrota, dado que, según él, Europa y otras naciones se encuentran iniciando diálogos con el nuevo gobierno sirio, aunque aún no ha contactado al expresidente Asad a quien ha otorgado asilo. Mientras tanto, los ataques ucranianos en infraestructuras rusas y la reciente muerte de un general ruso cercano al Kremlin han exacerbado las tensiones, con Moscú prometiendo represalias. Putin, entre bravatas y aspiraciones de soberanía, mantiene su pulso con Occidente en un escenario bélico cuyo desenlace sigue siendo incierto.
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