En el escenario político catalán, se ha observado una reconfiguración impulsada por el líder fugado Carles Puigdemont, quien está promocionando a una nueva generación de seguidores, desplazando a aquellos leales al antiguo partido Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Este movimiento parece estar enfocado en revitalizar el espacio político independentista con caras frescas que comparten su visión y adaptan sus tácticas a los tiempos actuales. La estrategia se centra en reforzar la narrativa de independencia de Cataluña, poniendo a un lado a los políticos que encarnan las viejas estructuras del partidismo tradicional y que podrían ser vistos como un obstáculo para avanzar en el proceso hacia un eventual referéndum o independencia.
Esta transformación ocurre en un contexto donde las alianzas políticas están en constante evolución, y Puigdemont busca recuperar influencia desde su exilio. Al enfocarse en promover líderes jóvenes que están alineados con sus ideas, el ex presidente catalán trata de asegurar un control más directo sobre el movimiento secesionista y garantizar su legado político en Cataluña. Estos cambios reflejan una búsqueda por mantener la relevancia del movimiento independentista en el complejo panorama político contemporáneo, desmarcándose de aquellas facciones que quedaron rezagadas por antiguas disputas internas y la caída en desgracia de CDC.
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