La economía de la órbita baja terrestre (LEO) está entrando en una fase crucial, según un reciente estudio de Omdia, que proyecta que las industrias con necesidades críticas de conectividad gastarán 15,3 mil millones de dólares en servicios LEO para 2030. Este crecimiento estará impulsado principalmente por la demanda de banda ancha empresarial, que representará el 94% de estos ingresos.
El informe subraya el papel transformador del satélite, que ya no es solo un complemento, sino un servicio esencial para los operadores de telecomunicaciones que buscan ofrecer conectividad continua y segura en cualquier ubicación. Este cambio es especialmente relevante para las «verticales soberanas», que incluyen sectores como la seguridad pública, el transporte y la energía, y que requieren redes extensas, seguras y con alta dependencia operativa.
La banda ancha empresarial emerge como el principal motor económico, cubriendo necesidades de conectividad en lugares remotos y en entornos críticos donde otras tecnologías terrestres no son viables. Por otro lado, el direct-to-device (D2D) tendrá un papel secundario debido a sus limitaciones en cuanto a experiencia de usuario y casos de uso.
Geográficamente, se espera que Norteamérica continúe liderando el mercado hasta 2030, aunque Asia Oriental y el Sudeste Asiático muestran un crecimiento acelerado, aumentando su participación del 9% al 33% en el mismo período. Este cambio refleja la creciente demanda de proyectos soberanos y corredores logísticos en estas regiones.
El informe también destaca la necesidad de que los operadores integren capacidades satelitales en sus ofertas para asegurar una conectividad convergente y confiable. Esto implica una transformación interna, donde los operadores deben orquestar múltiples redes y asegurar que la experiencia del cliente no se vea afectada por la tecnología de acceso utilizada.
En definitiva, Omdia señala que la convergencia tecnológica y la integración del LEO son esenciales para alcanzar las expectativas del mercado. Sin estas capacidades, los operadores corren el riesgo de quedarse atrás en un entorno donde la conectividad confiable es cada vez más crítica.
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