El descontento en Cuba se ha intensificado esta semana con la convocatoria de una huelga universitaria, manifestándose en contra del aumento de precios de los servicios de Internet impuesto por el gobierno. Al menos diez facultades de cinco universidades han iniciado un “parón general” demandando que ETECSA, la empresa estatal de telecomunicaciones, revierta una medida que requiere a los usuarios gastar el equivalente a dos meses de salario para conectarse solo unas horas. Desde las protestas del 11 de julio de 2021, el descontento no había sido tan organizado y espontáneo. Sorprendentemente, esta vez la oposición proviene de los propios estudiantes, quienes a través de redes sociales como Telegram, exigen no solo la revocación inmediata de las tarifas, sino también una discusión abierta sobre la situación.
El malestar va más allá del aumento del precio del Internet, reflejando una insatisfacción generalizada con las condiciones de vida en el país. Las facultades han vinculado el descontento con problemas continuos como la falta de energía, agua y recursos básicos. Esta situación ha llevado a los estudiantes a declararse en huelga, respaldados por cubanos dentro y fuera del país que comparten similares frustraciones. Las declaraciones oficiales hasta ahora no han logrado disuadir el movimiento estudiantil, que reclama un cambio estructural en un país cada vez más colapsado. Los directivos de ETECSA han intentado intervenir, pero el verdadero problema parece ser la economía del país, calificada como disfuncional según el economista Ricardo Torres. El gobierno busca soluciones económicas entre el exilio mientras el país enfrenta un callejón sin salida.
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