En A Pobra do Caramiñal, Galicia, miles de personas se congregaron para protestar contra la política industrial de la Xunta y dos proyectos empresariales en trámite que implican un impacto ambiental significativo: la construcción de una planta de celulosa por la empresa portuguesa Altri en Palas de Rei (Lugo) y la reapertura de la mina de cobre de Touro (A Coruña) por Atalaya Mining. La manifestación, que desafió las adversas condiciones meteorológicas, contó con la presencia de trabajadores del mar, agricultores, ganaderos, grupos ecologistas y partidos políticos, excluyendo al PP. El evento se llevó a cabo en medio de una alerta por fuertes lluvias y oleaje, pero aun así, logró reunir a aproximadamente 50,000 manifestantes en el pequeño pueblo costero.
Los líderes de la oposición al proyecto, como Ana Pontón del BNG y José Ramón Gómez Besteiro del PSdeG-PSOE, criticaron duramente la apuesta de la Xunta por la macrocelulosa y la mina, denunciando tanto el impacto ambiental como el uso de recursos públicos para financiar estas iniciativas. En sus discursos, llamaron a rectificar una política que, según ellos, no cuenta con la aprobación de la sociedad gallega y que pone en peligro recursos naturales vitales como el agua. La protesta reflejó un amplio consenso entre diversos sectores sociales, quienes argumentan que estos proyectos son insostenibles y representan un modelo de desarrollo que no responde a las necesidades y deseos de la comunidad local. La manifestación culminó con la lectura de un manifiesto por representantes de los sectores afectados, subrayando el rechazo a lo que consideran un expolio de la tierra gallega bajo el pretexto de industrialización.
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