Este sábado por la tarde, miles de personas se reunieron en Barcelona para alzar sus voces en contra de los crecientes precios de los alquileres y en defensa del derecho a una vivienda digna. Convocada por el Sindicato de Inquilinas, junto con el apoyo de numerosos sindicatos y organizaciones vecinales, la manifestación reunió a participantes de toda Cataluña, revelando la magnitud de la crisis habitacional que trasciende las fronteras de las grandes ciudades. Bajo el lema «¡Se acabó! Bajemos los alquileres», representantes de diversas plataformas exigieron una reducción a la mitad de los precios de los alquileres, contratos indefinidos y la reutilización de viviendas vacías y ofrecidas como turísticas para el uso de los locales. Mientras líderes de diferentes partidos y movimientos sociales se unían a la marcha, se dejó en claro que las demandas ciudadanas buscan presionar a los gobernantes, acusados de inacción ante una problemática que ha despojado del bienestar económico a miles de familias.
El contexto de esta manifestación es complejo; surge tras movimientos similares en ciudades como Madrid, Málaga y Sevilla. En Cataluña, a pesar de ser la única comunidad autónoma con una regulación de precios de alquiler, la falta de mecanismos de sanción ha permitido que los propietarios busquen alternativas como el alquiler temporal, elevando aún más los precios. La situación se vuelve insostenible para muchos, en especial en Barcelona, donde los costos de alquiler superan el salario medio, y el fenómeno de la turistificación y el incremento de segundas residencias en el Pirineo y costa exacerban la escasez de viviendas. Activistas de diversas regiones como Reus y Girona subrayan que la crisis afecta no solo a grandes urbes, sino también a comunidades más pequeñas, donde prácticas como el desalojo, el racismo y la especulación inmobiliaria ahondan la desigualdad. El movimiento busca transformarse en una fuerza capaz de impulsar un cambio sistémico a través de acciones concretas, como la planeada huelga de alquileres, reflejando una determinación colectiva de no ceder ante la presión del mercado.
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