A poco menos de 13 kilómetros para culminar la etapa reina de la Vuelta a España en la cima del Angliru, una manifestación interrumpió la carrera. La protesta, que denunciaba el genocidio israelí, frenó el avance de los líderes de la fuga, Bob Jungels del Ineos, Nicolas Vinokurov de Astana y Jefferson Cepeda del Movistar. La interrupción se produjo en un momento crucial, cuando los ciclistas encaraban el temido ascenso, impactando su ventaja respecto al pelotón.
La intervención de la Guardia Civil, que seguía la carrera en motocicleta, fue rápida, logrando restablecer la situación en unos treinta segundos. Sin embargo, la pausa obligó a los ciclistas a detenerse en medio del ascenso, lo que afectó su desempeño. Tras el despeje de los manifestantes, la competición se reanudó, aunque los fugados perdieron un tiempo valioso. Este incidente ha reavivado el debate sobre el papel de la política en eventos deportivos.
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