Exponerse al sol sin la protección adecuada puede resultar peligroso, incrementando el riesgo de desarrollar cáncer de piel y acelerando el envejecimiento cutáneo. Aunque muchos confían en las cremas solares como su único escudo, expertos advierten que esta protección no es suficiente por sí sola. Una exposición prolongada al sol, motivada por la obsesión de obtener un bronceado perfecto, incrementa la posibilidad de daños en la piel. Para minimizar estos riesgos, además del uso de protector solar, es fundamental utilizar sombrillas, sombreros y prendas con protección UV. Estos elementos pueden disminuir significativamente la incidencia de golpes de calor y otros efectos adversos del sol.
Existen persistentes mitos sobre el uso de protectores solares, como creer que estos provocan cáncer o que nunca caducan. La realidad es que estas cremas reducen la aparición de cáncer de piel en un 50% a 70% y sus ingredientes pueden deteriorarse con el tiempo. Contrario a lo que algunos piensan, el maquillaje con protección solar no reemplaza al fotoprotector tradicional, y suponer que la actividad física exime del uso de protección solar es un error grave. Incluso productos resistentes al agua requieren reaplicación después de nadar o sudar. Además, la sugerencia de que no es posible broncearse usando protector solar es falsa, ya que estos no bloquean completamente la radiación UV.
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