El conflicto en la fábrica de cerámica de Sargadelos, ubicada en Cervo, Lugo, se intensifica después de que la inspección de Trabajo ordenara su cierre la semana pasada debido a 36 deficiencias detectadas, incluyendo la falta de medidas preventivas adecuadas frente a la silicosis, una enfermedad potencialmente mortal causada por la exposición a sílice cristalina. El propietario de la empresa, Segismundo García, ha decidido cerrar la planta en lugar de realizar las correcciones solicitadas, aduciendo que el interés principal de la instalación es permitir a los visitantes experimentar el proceso artesanal, y cuestiona la viabilidad de introducir equipos de protección individuales para todos los trabajadores y visitantes. La decisión de García ha generado tensiones con los empleados afectados, quienes permanecen bloqueados en el acceso a sus lugares de trabajo mientras el empresario expone otros supuestos problemas de infraestructura en las instalaciones como excusa para no reabrir.
La respuesta de los sindicatos no se ha hecho esperar. Desde la Confederación Intersindical Galega (CIG) se califica la medida como un «cierre patronal» injustificado, y Comisiones Obreras (CC OO) critica la falta de medidas preventivas por parte de la empresa. Hasta ahora, Sargadelos, conocida por sus piezas cerámicas icónicas, no cuenta con un comité de empresa ni delegados sindicales, lo que acrecienta la desprotección laboral de sus 242 empleados, en su mayoría mujeres. Mientras el Ministerio de Trabajo y Economía Social solicita una reunión urgente con la dirección de Sargadelos para abordar la repercusión de este cierre, la Xunta de Galicia insiste en que las deficiencias identificadas son subsanables. El futuro de la fábrica, considerada un patrimonio cultural en Galicia, parece estar en un delicado equilibrio entre las exigencias regulatorias y las decisiones empresariales, en un contexto que ha captado la atención pública y pone en el foco las condiciones laborales en el sector cerámico.
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