Este año, la NASA ha destacado que el agujero anual en la capa de ozono sobre el Polo Sur ha sido notablemente pequeño, ubicándose en el séptimo lugar de las más pequeñas desde que empezó su recuperación en 1992. Esta disminución en su tamaño es atribuida a los efectos positivos del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional vigente desde ese año, que busca eliminar gradualmente los productos químicos dañinos para el ozono, como los clorofluorocarbonos (CFC). Durante el pico de la temporada de agotamiento, entre el 7 de septiembre y el 13 de octubre, el agujero alcanzó su máxima extensión el 28 de septiembre con 22,4 millones de kilómetros cuadrados, ubicándose en el vigésimo puesto entre las más pequeñas en términos de área desde 1979, cuando se comenzaron a monitorear estos niveles.
La NASA, junto con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), continúa observando estas variaciones mediante datos satelitales, y los resultados recientes son alentadores. Según Paul Newman, líder del equipo de investigación de la NASA, este avance gradual es una señal del éxito de los esfuerzos internacionales para mitigar los productos químicos destructores del ozono. La capa de ozono desempeña un papel crucial como protector solar de la Tierra, evitando que cantidades peligrosas de radiación ultravioleta lleguen a la superficie. Sin esta protección, la humanidad enfrenta un mayor riesgo de cáncer de piel, cataratas y otros problemas de salud, además de efectos negativos en la agricultura. Se espera que, si las tendencias actuales continúan, la capa de ozono se recupere completamente para el año 2066.
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