El equipo de la Unidad de Atención Residencial (UAR) ha concluido con éxito una serie de formaciones dirigidas a cerca de un centenar de residentes y trabajadores de diversos centros. La capacitación, organizada en grupos pequeños para fomentar una mayor interacción y compromiso, ha sido liderada por las enfermeras Pilar Espigares, Marta Cordero, Sonia López y Rocío Abad, junto con la doctora María Arriero. Durante las sesiones, se implementaron dinámicas de grupo innovadoras que buscaron mejorar las prácticas de higiene de manos, un aspecto crítico en la prevención de infecciones.
Entre las actividades destacadas, se empleó un kit educativo de higiene de manos facilitado por la dirección asistencial. Este kit, que incluye un gel con un agente UV invisible y una lámpara UV, permitió a los participantes visualizar cómo las manos pueden contaminarse al entrar en contacto con diferentes superficies, proporcionando un ejemplo claro y práctico de cómo se propagan los gérmenes.
Otra dinámica interesante fue la demostración del efecto del jabón a través de un sencillo experimento casero. Utilizando un recipiente con agua y pimienta, se demostró cómo el jabón actúa dispersando las partículas de suciedad, haciendo evidente su eficacia.
Para concluir la formación, las profesionales organizaron una práctica grupal en la que se utilizó guantes y témpera de color. Esta actividad permitió a los participantes ver de manera tangible y visual la importancia de cubrir todas las áreas de las manos al lavarlas, incluyendo la palma, el dorso, la zona interdigital y las yemas.
La iniciativa fue recibida con entusiasmo por parte de los residentes, quienes participaron activamente y mostraron gran interés en las actividades propuestas. Al finalizar las sesiones, muchos expresaron su agradecimiento y señalaron su deseo de que se repitan este tipo de iniciativas formativas, reconociendo su valor en la promoción de prácticas saludables dentro de los centros residenciales.
El éxito de estas formaciones no solo radica en la transferencia de conocimientos, sino también en la creación de un ambiente colaborativo que fomente el aprendizaje y la concienciación sobre la importancia de la higiene de manos. Este tipo de actividades son un ejemplo claro de cómo la educación y la innovación pueden ir de la mano para mejorar la calidad de vida y la seguridad en las comunidades residenciales.