En las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, programadas para el 5 de noviembre, los principales contendientes representan a los dos partidos dominantes en el sistema bipartidista del país: el Partido Republicano y el Partido Demócrata. Donald Trump, ex presidente de Estados Unidos, es el candidato republicano, mientras que Kamala Harris, actual vicepresidenta, es la apuesta demócrata. Los votantes deberán elegir entre dos visiones políticas opuestas, con Trump defendiendo un enfoque conservador y Harris abogando por políticas progresistas. A pesar de que el sistema político estadounidense está dominado por estos dos partidos, también existen otros menores, como el Partido Verde y el Libertario, que raramente logran una representación significativa.
El Partido Republicano, conocido como el GOP (Grand Old Party), representa ideologías de derecha, favoreciendo el conservadurismo, la libertad individual, y una economía de mercado libre. Suele promover políticas que respalden valores familiares tradicionales y se opone al aborto, así como a la legislación restrictiva sobre el control de armas. En contraste, el Partido Demócrata, simbolizado por un burro, defiende un gobierno fuerte que intervenga en la regulación del mercado y promueva la justicia social. Apoya el derecho al aborto, los derechos LGBTQ+ y aboga por medidas más estrictas en el control de armas. Además, valora fuertemente la separación entre Iglesia y Estado. Ambas plataformas, reflejando profundas diferencias ideológicas, enfrentan el desafío de conectar con un electorado diverso y polarizado, fundamental para determinar el próximo liderazgo de la nación.
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