En pleno 2025, cuando la tecnología avanza a pasos agigantados, los internos de la cárcel estatal de Nueva Jersey enfrentan una realidad anacrónica. A pesar de la prohibición de memorias USB y el uso de tecnología obsoleta, los detenidos se ven forzados a depender de disquetes de 3,5 pulgadas, una solución que complica su acceso a la justicia.
Jorge Luis Alvarado, uno de los internos, ha expuesto este problema a través del Prison Journalism Project. En su testimonio, Alvarado resalta cómo la utilización de estos disquetes, con una capacidad mínima de 1,44 MB, obstaculiza seriamente el trabajo en apelaciones judiciales. Documentos legales que en el exterior cabrían en una memoria USB deben fragmentarse en múltiples disquetes, complicando su gestión y aumentando el riesgo de corrupción de datos.
En una era donde la tecnología digital es omnipresente, la prisión continúa sumergida en prácticas que datan de 1985. Los presos deben lidiar con disquetes frágiles y equipos arcaicos, situación que, según Alvarado, los coloca en desventaja frente al sistema judicial.
Los defensores de esta política argumentan que se trata de una medida de seguridad, pues los USB podrían introducir software no autorizado. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos señalan que el uso de tecnologías básicas es esencial para una defensa justa. En Estados Unidos, se estima que entre el 4 % y el 6 % de los presos podrían ser inocentes, por lo que cada obstáculo tecnológico es una barrera más para aquellos que buscan justicia.
En este contexto, Alvarado expresa la urgencia de actualizar los medios disponibles dentro de la prisión, destacando que la falta de acceso a herramientas tecnológicas modernas se traduce en una violación de los derechos de los internos. Las alternativas existen, como el uso de portátiles restringidos o tabletas de uso interno, que podrían ajustarse a los estándares de seguridad y ofrecer un acceso más justo a la información.
La situación en la cárcel estatal es un reflejo de una brecha digital que, lejos de ser inofensiva, tiene serias consecuencias humanas. Mientras que afuera el mundo disfruta de almacenamientos masivos y computación avanzada, los reclusos deben enfrentar la ironía de pelear por sus derechos con las limitaciones de una tecnología extinta.
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