Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha reavivado la conversación sobre el gasto en Defensa dentro de la OTAN, demandando que los países aliados aumenten su inversión hasta un 5% de su PIB. Esta cifra contrasta con el actual objetivo del 2%, el cual ya resulta inalcanzable para muchos de los 32 miembros de la organización. En el contexto de crecientes tensiones globales, impulsadas por conflictos como el de Ucrania y las fricciones con China, Trump utiliza esta demanda como una estrategia para obtener mejorías en las condiciones comerciales de los países europeos con la Casa Blanca, reforzando su postura a través de amenazas de posibles sanciones y aranceles en caso de no cumplimiento. Sin embargo, solo Polonia se acercará a un 4,12% para fin de año, mientras países como España se encuentran lejos de la meta, con un 1,28% del PIB proyectado para el 2024.
A pesar de las presiones de Trump, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y otros líderes europeos reconocen que el gasto actual del 2% es insuficiente, aunque enfatizan que un incremento abrupto al 5% es inviable. Muchos países, como el Reino Unido, sugieren un objetivo más moderado del 2,5%, alineándose con su posición económica y geopolítica actual. La presión por aumentar el gasto también está ligada a la proximidad de ciertos países a la guerra en Ucrania, lo que lleva a naciones como Lituania y Estonia a aumentar sus presupuestos en defensa. Sin embargo, con una inversión proyectada de 1,184 billones de dólares en 2024, las demandas del presidente electo representan un salto financiero significativo, que muchos consideran insostenible a corto plazo, a pesar de la amenaza latente de que Estados Unidos podría reevaluar su permanencia en la Alianza si no se cumplen ciertas expectativas.
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