Apple ha puesto fin a la oferta de un servicio de encriptación avanzada en el Reino Unido, como respuesta a las presiones del gobierno británico que pretendían la implementación de un «backdoor» para acceder a la información de los usuarios. Este servicio, parte integral de iCloud, garantizaba la seguridad de archivos y respaldos almacenados en la nube mediante encriptación de extremo a extremo.
Las exigencias del gobierno británico no solo planteaban una posible violación de la privacidad para los usuarios del Reino Unido, sino que generaban preocupaciones a nivel global al potencialmente facilitar el acceso a ciberdelincuentes y otros agentes malintencionados. Apple, firme en su postura, ha reiterado su negativa a crear una puerta trasera que comprometería la seguridad de millones de usuarios alrededor del mundo.
La retirada de esta tecnología por parte de Apple sitúa a los usuarios británicos en una posición vulnerable, ahora sin el resguardo de una protección diseñada para salvaguardar la privacidad de sus datos. La Ley de Poderes de Investigación del Reino Unido, que ampara este tipo de demandas gubernamentales, ha encendido alarmas no solo en la nación europea, sino también en Estados Unidos. Legisladores estadounidenses han manifestado inquietud, calificando las acciones del Reino Unido como un «ciberataque extranjero» a través de recursos políticos, y han cuestionado si la normativa estadounidense que permite el acceso de determinadas agencias a datos empresariales justifica esta clase de requerimientos.
Se teme que otras compañías de tecnología que ofrecen encriptación de extremo a extremo, como WhatsApp y Samsung, puedan estar bajo presiones similares para acatar demandas parecidas. La comunidad internacional observa con atención para ver si estas empresas podrán mantenerse firmes en proteger la privacidad de los usuarios.
Aunque Apple ha asegurado que la encriptación de otros tipos de datos permanecerá intacta, la ausencia de esta protección avanzada para los respaldos de iCloud representa una pérdida considerable para los usuarios en el Reino Unido, dejándolos más expuestos a violaciones de su privacidad.
La decisión de Apple es interpretada como un referente de resistencia ante demandas que podrían debilitar los sistemas de seguridad. Defensores de los derechos digitales enfatizan que la creación de «backdoors» va en contra de principios fundamentales y urgen al Reino Unido a replantear sus exigencias para que las empresas puedan seguir ofreciendo opciones seguras de almacenamiento en la nube a nivel mundial.