La crisis política en Corea del Sur persiste con vigor, reflejada en las masivas y recurrentes manifestaciones en Seúl, donde miles de ciudadanos exigen la renuncia y el arresto del presidente Yoon. El mandatario enfrenta una creciente presión popular, manifestada en protestas nocturnas que ocupan las calles de la capital del país. La inquietud en la cuarta economía más grande de Asia ha alcanzado un punto crítico, con un sector significativo de la sociedad reclamando cambios en la administración del gobierno y buscando respuestas a las acusaciones que se ciernen sobre la figura presidencial.
A pesar del clamor popular, Yoon permanece desafiante en su cargo, lo que ha intensificado las tensiones políticas y sociales en el país. Las protestas reflejan un descontento generalizado que podría repercutir en la gestión económica y en la estabilidad política de la región. Observadores internacionales siguen de cerca los acontecimientos, preocupados por el impacto que el prolongado estancamiento podría tener sobre las dinámicas regionales y globales. Mientras tanto, la oposición política y los organizadores de las manifestaciones continúan convocando a la ciudadanía a ocupar las calles, alimentando una discordia que no muestra signos de resolverse en el corto plazo.
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