Los resultados del Censo 2024 en Chile revelan una transformación demográfica que se ha estado gestando durante décadas. El envejecimiento de la población es una realidad innegable que está reconfigurando la estructura social del país. En tres décadas, los hogares compuestos solamente por personas de 65 años o más han casi triplicado su proporción, alcanzando el 11,6%, mientras que los hogares con niños menores de 14 años han disminuido significativamente. Además, los hogares unipersonales han aumentado, reflejando cambios en las dinámicas familiares y de convivencia. Este envejecimiento, junto con la reducción de la tasa de natalidad, la más baja del continente, plantea desafíos estructurales para la sociedad chilena en sectores como la seguridad social, la vivienda, el trabajo y las relaciones intergeneracionales.
Chile, con una de las expectativas de vida más altas de la región, se enfrenta a la necesidad de adaptar sus instituciones y políticas a esta nueva realidad demográfica. Sin embargo, parece que este cambio aún no ha calado profundamente en el discurso público ni en el debate electoral, a pesar de ser un año de elecciones cruciales. La llamada «transformación plateada» debe ser vista como una oportunidad para enriquecer el tejido social y promover una sociedad inclusiva que valore la experiencia acumulada de sus ciudadanos mayores. En este contexto, surge la interrogante sobre la preparación de las generaciones más jóvenes para enfrentar una longevidad extendida y sobre cómo se están integrando estos desafíos en las propuestas de los candidatos políticos.
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