En un contexto global en el que las elecciones estadounidenses levantan una notable expectación, el primer ministro polaco Donald Tusk afirma que más allá de la elección entre Kamala Harris o Donald Trump, Europa debe enfocarse en fortalecer su independencia geopolítica. La antiquísima tendencia a externalizar responsabilidades en política internacional se encuentra en declive, y Polonia, uno de los Estados mejor preparados, estima posible un cambio de mando en la Casa Blanca con un Trump reelecto. Tusk, al tiempo que destaca la necesidad de una Europa más fuerte, observa cómo su país y otros liderazgos políticos europeos con inclinaciones populistas, como los de Viktor Orbán, podrían encontrar un refresco en un eventual regreso del republicano al poder.
Mientras tanto, Giorgia Meloni, en Italia, ha sabido equilibrar su política apoyando a Ucrania y manteniéndose en buenos términos tanto con la administración de Biden como potencialmente con Trump, lo que resuena con líderes como Elon Musk, que promueve activamente la figura del republicano en su plataforma social. En Polonia, el antiguo gobierno de Ley y Justicia ha manifestado afinidad con Trump, y su legado está siendo aprovechado por Andrzej Duda, quien ha probado mantener reuniones informales con el expresidente americano. En este ajedrez geopolítico, Croacia, con una propuesta robusta en defensa y seguridad, aparece como un socio estratégico fundamental para Estados Unidos, independientemente del inquilino en la Casa Blanca, y aspira a continuar siendo un bastión de estabilidad en el flanco oriental de Europa.
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