En vísperas del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra cada 10 de octubre, un informe reciente ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de transformar los servicios de salud mental para niños y adolescentes. Según el documento, un tercio de los trastornos mentales se manifiestan antes de los 14 años y la mitad antes de cumplir los 18, lo que resalta la importancia de intervenir temprano para permitir que los jóvenes alcancen su máximo potencial.
El acceso a los servicios de salud mental continúa siendo un desafío significativo. La mayoría de los jóvenes con síntomas preocupantes no puede acceder a la atención necesaria debido a barreras sistémicas, como la escasa disponibilidad de servicios, los altos costos y el estigma social asociado a los problemas de salud mental. Estas dificultades se acentúan en los países de ingresos bajos y medios, donde los recursos y financiamiento destinados a estos servicios son notablemente limitados.
Dévora Kestel, directora de Salud Mental, Salud Cerebral y Uso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), subrayó la necesidad de «garantizar que las intervenciones basadas en pruebas y adecuadas a la edad estén disponibles y sean asequibles para todos». Además, destacó que cualquier país puede implementar acciones para mejorar la salud mental de sus niños y jóvenes.
El informe aboga por un modelo de apoyo comunitario y recalca que no existe un enfoque único que sea eficaz en todos los contextos. Ejemplos de diversas partes del mundo demuestran lo que es posible lograr cuando se implementan estrategias adaptadas a entornos específicos. Fouzia Shafique, directora Asociada de Salud de UNICEF, ha defendido que solo a través de la integración de sistemas de salud, educación y apoyo comunitario se puede abordar eficazmente la salud mental y el bienestar de niños y adolescentes. Esta integración busca construir una red completa de servicios que beneficie a los jóvenes.
Otro aspecto alarmante que destaca el informe es la institucionalización de millones de niños con problemas de salud mental, a menudo incluso teniendo familiares que pueden cuidar de ellos. Esta práctica no solo viola sus derechos humanos, sino que también tiene repercusiones negativas en su salud y bienestar social. Como solución, se pide la eliminación progresiva de la atención institucional a favor de servicios comunitarios que permitan a los niños crecer en un entorno familiar más positivo.
“Es nuestra responsabilidad colectiva dar prioridad a su salud mental como parte del bienestar general de niños y adolescentes”, concluyó Shafique, haciendo un llamado a la acción concertada para garantizar un futuro más saludable y equitativo para las generaciones más jóvenes.