Este jueves, Kiev acusó a Moscú de lanzar un misil balístico intercontinental contra territorio ucraniano, una acción sin precedentes que ha aumentado las tensiones en la región. Según las Fuerzas Aéreas de Ucrania, el misil fue disparado entre las cinco y las siete de la mañana desde la región de Astracán, cercana al mar Caspio. Aunque el tipo de misil no ha sido detallado oficialmente, se especula que podría tratarse del RS-26 Rubezh, parte de la nueva generación de misiles balísticos rusos. Este acontecimiento ocurre apenas dos días después de que Ucrania utilizara misiles ATACMS estadounidenses en suelo ruso, una iniciativa que provocó la reacción de Estados Unidos y otros países europeos, quienes decidieron cerrar sus embajadas en Ucrania, ante la posibilidad de represalias rusas.
En paralelo al lanzamiento del misil balístico, Rusia ejecutó una ofensiva que incluyó el disparo de un misil hipersónico Kinzhal y una serie de ataques con misiles de crucero Kh-101 desde bombarderos estratégicos. Aunque Ucrania logró interceptar la mayoría de estos misiles, se reportaron daños en una empresa industrial de Dnipró y dos incendios, lo que llevó al gobierno ucraniano a aplicar cortes de energía en varias regiones del país. En respuesta al uso de misiles occidentales por parte de Ucrania, el presidente ruso Vladímir Putin firmó un nuevo decreto de doctrina nuclear que amplía el concepto de disuasión, considerando agresores a aquellos con armamento convencional que amenacen la soberanía rusa. Mientras las tensiones aumentan con la reciente elección de Donald Trump en Estados Unidos, la comunidad internacional observa atentamente cómo los recientes eventos podrían reconfigurar el balance de poder en el conflicto.
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