La familia real británica se ve nuevamente envuelta en un torbellino de controversias, esta vez centrado en el príncipe Andrés. La duquesa de York, Sarah Ferguson, ha sido elogiada por el rey Carlos III por sus esfuerzos diplomáticos para persuadir a su exesposo de evitar a su hermano una vergüenza mayor, según medios del Reino Unido. Andrés, cuyo nombre ha estado previamente vinculado a escándalos desde sus turbios manejos financieros hasta su infame entrevista sobre Jeffrey Epstein, enfrenta ahora una controversia que lo relaciona con un presunto espía chino, Yang Tengbo. La delicada situación ha obligado al palacio a tomar distancia estratégica durante la reciente cena de Navidad en Sandringham, mientras el parlamento británico debate la creciente amenaza del espionaje chino en el país.
Yang Tengbo, conocido en el mundo empresarial como Chris Yang, ha sido acusado de utilizar su relación con Andrés para acceder a eventos de alto nivel en la familia real. Detenido en un aeropuerto en 2021, las autoridades encontraron evidencias en su teléfono que sugerían su intento de infiltración. El escándalo ha servido como un recordatorio al nuevo gobierno laborista de la supuesta penetración china en la economía británica, un desafío que el primer ministro, Keir Starmer, debe manejar con precaución dadas las complejas relaciones comerciales con Pekín. Mientras el conservador Ian Duncan-Smith y otros diputados demandan medidas más estrictas contra China, el caso de Yang resalta la vulnerabilidad de figuras como Andrés, cuyas urgencias financieras y asociación con proyectos como Pitch@Palace facilitaron el acceso de agentes extranjeros a las esferas de poder del Reino Unido.
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