Las negociaciones entre Irán y Estados Unidos sobre el programa nuclear iraní, que habían mostrado un atisbo de optimismo tras tres rondas preliminares, enfrentan ahora un nuevo obstáculo tras el aplazamiento indefinido de la cuarta ronda de diálogo prevista en Roma. La reciente imposición de sanciones por parte de Washington a empresas vinculadas al petróleo iraní ha tensado aún más las relaciones, justificadas por el apoyo de Teherán a la milicia Huthí en Yemen. Esta medida ha llevado a Irán a cancelar también una reunión con potencias europeas clave. El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, ha reafirmado el compromiso de su país en seguir buscando una solución diplomática, mientras enfatiza la necesidad de un acuerdo que garantice el fin de las sanciones y salvaguarde los derechos nucleares iraníes.
Por otro lado, la presión internacional y regional, especialmente de Israel, intensifica el contexto de estas conversaciones. La exigencia israelí de un desmantelamiento completo del programa nuclear iraní, similar al «escenario libio», se ha hecho presente, aunque la administración estadounidense ha mostrado cierta ambivalencia al respecto. Altos funcionarios estadounidenses han oscilado entre respaldar las demandas de Israel y proponer la alternativa de simplemente asegurar que Irán no fabrique armas nucleares. Las conversaciones, mediadas por el sultanato de Omán, han sido objeto de logística y disputas técnicas, lo que indica la complejidad de alcanzar un consenso que permita aliviar la economía iraní sin comprometer la seguridad regional.
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