En el Congreso de los Diputados de España, la actual legislatura se encuentra sumida en un clima de desconfianza y tensión debido a crecientes casos de corrupción que involucran a figuras destacadas del Gobierno. Las sesiones de control están cada vez más centradas en acusaciones y recriminaciones, dejando a un lado los debates productivos. Un intento de abordar temas económicos y de pesca fue rápidamente eclipsado por las recriminaciones cruzadas entre los partidos, evidenciando la profunda división y el ambiente tenso dentro del hemiciclo. La vicepresidenta María Jesús Montero criticó duramente al Partido Popular por etiquetar a sus adversarios como «implicados» sin un proceso judicial que los respalde, aludiendo a una grave crisis política que se agrava con cada nuevo descubrimiento de irregularidades.
La percepción de un fin de ciclo es palpable, con líderes de partidos como Podemos y ERC admitiendo que el mandato está en sus últimos días y buscan cómo preservar sus posiciones en un escenario cambiante. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, mostró su frustración al ausentarse estratégicamente de las tensas sesiones. El Partido Popular, aunque oficialmente no está en el poder, conspira entre bastidores viendo una oportunidad de regreso, mientras se enfrenta al complicado desafío que supone Vox. Por otro lado, ciertos ministros del PSOE intentaron alzar la moral destacando la rápida expulsión de corruptos de sus filas, en contraste con el enfoque del PP. A pesar de estos esfuerzos, el hemiciclo sigue siendo un reflejo de desilusión y conflicto, alimentando rumores de inminentes elecciones.
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