El puente festivo en el Reino Unido ha aliviado la tensión que se esperaba debido a las manifestaciones organizadas contra hoteles que albergan a solicitantes de asilo. Las protestas, convocadas por grupos de extrema derecha y alientadas por el populista Nigel Farage, intentaron capitalizar una reciente orden judicial de desalojo de inmigrantes en Epping. Mientras tanto, los contramanifestantes y la policía lograron reducir el impacto de estas protestas en varias ciudades. En Liverpool y Bristol, los enfrentamientos entre manifestantes antiinmigración y activistas antifascistas fueron contenidos por la policía, que intervino para evitar que los disturbios se intensificaran.
El Gobierno de Starmer enfrenta críticas por su manejo de estos asuntos, especialmente tras la orden judicial que exigía el desalojo de inmigrantes, lo que llevó a una preocupación sobre potenciales desalojos en cadena. Con más de 32,000 solicitantes de asilo distribuidos en más de 210 hoteles, el Ejecutivo ha prometido terminar con este sistema heredado de anteriores administraciones conservadoras, pero insiste en hacerlo de manera ordenada para no infringir la legislación humanitaria. A pesar de las tensiones y las presiones políticas, el Gobierno busca alternativas de alojamiento para evitar el caos y se ha comprometido a apelar la controvertida decisión judicial.
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