En marzo de 2020, un trágico incidente ocurrido en Estados Unidos pasó relativamente desapercibido hasta que la muerte de George Floyd en mayo del mismo año echó luz sobre una serie de injusticias raciales. La muerte de Breonna Taylor el 13 de marzo marcó el inicio de un periodo turbulento. Taylor, una técnica en emergencias médicas afroamericana, fue abatida durante una redada policial en su domicilio en Louisville, Kentucky, en un hecho que generó indignación por el uso excesivo de la fuerza y la falta de transparencia en las acciones policiales.
El caso de Taylor fue uno de los muchos mencionados cuando las protestas estallaron tras el asesinato de George Floyd, desatando una ola de manifestaciones que recorrieron todo Estados Unidos y captaron la atención internacional. Estos eventos trajeron a colación décadas de discriminación y violencia sistemática contra la comunidad afroamericana, conduciendo a un reexamen de las prácticas policiales y a demandas de reforma en el sistema judicial del país. La muerte de Taylor, sumada a la de Floyd, destacó la urgencia de abordar las desigualdades raciales profundamente arraigadas en la sociedad estadounidense.
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