Las cifras de inmigración en Estados Unidos han caído a su nivel más bajo desde 1980, representando apenas un 5% de las cuotas vigentes bajo la administración de Joe Biden. Este descenso histórico refleja un cambio radical en las políticas migratorias y ha generado diversas opiniones entre los expertos. Mientras algunos celebran la disminución como un signo de control efectivo en las fronteras, otros critican las posibles restricciones que puedan estar impidiendo la entrada de inmigrantes que buscan oportunidades en el país.
El tema ha desatado un intenso debate político, con opositores argumentando que las políticas restrictivas podrían afectar el crecimiento económico y social del país. La Casa Blanca, por su parte, defiende sus medidas enfatizando la importancia de una inmigración regulada y segura. Este contexto plantea un escenario complejo para futuros inmigrantes y para la política migratoria de los Estados Unidos, donde el equilibrio entre seguridad y oportunidades sigue siendo un desafío constante.
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