En las elecciones alemanas de 2025, la polarización política ha cobrado protagonismo, dejando atrás el equilibrio histórico del centro que caracterizó los años de Angela Merkel. Los partidos tradicionales, como la Unión (CDU y CSU) y el SPD, han visto disminuir su cuota de poder mientras que los extremos, representados por die Linke a la izquierda y Alternativa para Alemania (AfD) a la derecha, han ganado terreno, alcanzando un auge significativo. AfD, con un resultado histórico que dobla sus escaños desde las anteriores elecciones, ha emergido como la fuerza opositora más numerosa, desafiante ante la creciente impronta de los partidos de centro. La situación complica la formación de un gobierno estable, dado que los partidos excluidos de posibles coaliciones suman un tercio del voto total.
El líder conservador Friedrich Merz se posiciona para intentar formar gobierno, posiblemente buscando una coalición con los socialdemócratas tras quedar la Unión como el partido más votado, aunque por debajo de sus expectativas. La caída de la coalición semáforo y el retroceso de Olaf Scholz y los socialdemócratas, afectados gravemente en estas elecciones, refleja una falta de dirección clara en el centro político. Entretanto, la sorpresa roja de Die Linke con su aumento de escaños, principalmente apoyados por los jóvenes, destaca la fuerte inclinación hacia los extremos políticos. A pesar de quedar fuera del gobierno, AfD sigue creciendo al aprovechar el descontento económico y los temores migratorios, lo que subraya un cambio en el panorama político alemán hacia un territorio más dividido y complejo.
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