Tadej Pogacar continúa dominando el mundo del ciclismo con una aplastante victoria en Il Lombardia, llevando a cabo una hazaña que lo coloca al nivel de leyendas como Fausto Coppi. Durante la competencia, los debates alrededor de su figura se han alejado de lo puramente deportivo para enfocarse en detalles estéticos como el color de su vestimenta, señal de su indiscutible superioridad en la pista. En esta edición de la clásica italiana, las miradas se centraron en sus zapatillas con los colores del arco iris y su uniforme; sin embargo, su destreza en carrera volvió a ser el protagonista. A más de cincuenta kilómetros de la meta, Pogacar superó a sus rivales en la trepada a Colma di Sormano. Su estrategia, planeada hasta el mínimo detalle, condujo al resto del pelotón a pelear por la segunda posición, reconociendo implícitamente que la victoria estaba prácticamente garantizada para la estrella eslovena.
El liderazgo de Pogacar fue incontestable, incrementando la ventaja con cada kilómetro al ritmo de su poderosa cadencia, que lo llevó a cruzar la meta en solitario en Como. Detrás, Remco Evenepoel se consagró como el mejor de los «mortales», alcanzando el segundo puesto tras vencer sus propios fantasmas personales en un descenso que hace tres años le provocó graves lesiones. El podium lo completaron Giulio Ciccone e Ion Izagirre, resaltando el reto que representa competir contra un ciclista de la talla de Pogacar. Esta victoria marca la cuarta consecutiva del esloveno en Il Lombardia, emulando las hazañas de Coppi y sellando una temporada impresionante con 22 triunfos en 58 días de competencia. Mientras Pogacar expresa su deseo de disfrutar unas vacaciones merecidas, sus rivales también esperan ansiosos un respiro tras otro año bajo su reinado en el ciclismo internacional.
Leer noticia completa en El Pais.