El colapso de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008 marcó el inicio visible de una profunda crisis económica y financiera. La imagen de los empleados de esta entidad cargando cajas por las calles de Nueva York se convirtió en el símbolo de una crisis desencadenada por la explosión de una burbuja hipotecaria que había crecido sin control. Durante años, miles de personas con ingresos insuficientes obtuvieron hipotecas para adquirir viviendas a precios inflados, originando un efecto dominó cuando los impagos proliferaron. Los bancos, que habían revendido estas hipotecas a inversores, crearon productos financieros complejos y seguros para mitigar riesgos, lo cual resultó en un caos financiero global cuando la burbuja estalló. Los desahucios y el repentino descenso de la economía fueron solo el principio de lo que se percibía como el fin de una época de ilusoria compatibilidad entre capitalismo y democracia liberal.
En los años siguientes, pensadores como Josep Ramoneda, cuyos pensamientos reflejan las tensas realidades sociales, comenzaron a cuestionar la viabilidad de un sistema que parecía aventurarse hacia nuevas formas de autoritarismo bajo la influencia de los nacionalpopulismos y la poderosa economía tecnológica. Ramoneda analizó esta evolución en obras como «La izquierda necesaria» y más recientemente en «Poder i llibertat», donde disecciona cómo el capitalismo libertario evoluciona peligrosamente hacia un autoritarismo posdemocrático. En esta puesta en escena, la figura del «analfabeto productivo», un individuo condicionado por las dinámicas del mercado, emerge como piedra angular de un nuevo fascismo que cuestiona las bases de la ilustrada tradición europea. En medio de este panorama sombrío, la revitalización de la consciencia crítica a través de las humanidades se presenta como un faro necesario para contrarrestar estas amenazas y fomentar una renovación democrática acorde con los tiempos actuales.
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