La Cumbre Mundial del Clima, COP29, que se inauguró el 11 de noviembre, se encuentra en un punto crítico. Celebrada en un contexto global marcado por el resurgimiento de gobiernos populistas, el regreso de Donald Trump al panorama político y una Unión Europea que parece haber perdido su rumbo, las negociaciones para establecer un nuevo plan de financiación para abordar las consecuencias del cambio climático enfrentan desafíos significativos. Pese a estar prevista para finalizar este viernes, las conversaciones podrían extenderse durante todo el fin de semana en un intento por alcanzar un consenso sobre cómo gestionar un fondo anual superior a los 100.000 millones de dólares que se destinaría a mitigar los efectos del calentamiento global.
Las crecientes tensiones políticas y la falta de liderazgo claro han complicado el avance de las discusiones, en las cuales los países menos responsables del cambio climático exigen una financiación justa para adaptarse y enfrentar las crecientes adversidades ambientales. Las naciones en desarrollo destacan la urgente necesidad de compromisos firmes y acciones concretas de las grandes potencias para evitar el aumento de eventos climáticos extremos, señalando que la cooperación y la responsabilidad compartida son cruciales para el éxito de cualquier acuerdo. La cumbre, por lo tanto, se observa con gran expectativa mundial, ya que sus resultados podrían fijar un precedente importante para el futuro de las políticas climáticas globales.
Leer noticia completa en El Pais.