El 14 de diciembre, James Harr, el dueño de la tienda en línea ComradeWorkwear, desató una polémica al anunciar su intención de lanzar una baraja de cartas llamada «Most Wanted CEO». Inspiradas en las cartas de los «más buscados» de la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE. UU. en 2003, las cartas buscan criticar el capitalismo y exponer a los oligarcas, CEOs y especuladores que, según Harr, dominan el mundo en detrimento de las personas y el planeta.
El anuncio, hecho en sus redes sociales, donde cuenta con 100,000 seguidores, generó una reacción inmediata. Al día siguiente, el New York Post publicó un artículo en portada calificando las cartas de «perturbadoras». Este reportaje llevó a la policía de Nueva York a presentarse en la casa de Harr para entrevistarlo, aunque no se le imputaron cargos. En una conferencia de prensa posterior, el comisionado de policía presentó el artículo del New York Post mientras anunciaba cargos contra Luigi Mangione por el asesinato de Brian Thompson, CEO de UnitedHealth Group.
Este contexto provocó que plataformas como TikTok y Shopify suspendieran las cuentas de Harr y su empresa, argumentando que el contenido era ofensivo. Harr manifestó que las cartas no se referían específicamente a Mangione y no incluirían información personal sobre los CEOs. La baraja contemplaba categorías por industria, con códigos QR en cada carta para obtener más información sobre las empresas y sus impactos.
El caso de Harr se complicó cuando PayPal dejó de procesar pagos para ComradeWorkwear, sin explicación aparente. Estas acciones han iniciado un debate sobre la libertad de expresión y el poder que las corporaciones tienen para regular el discurso online. A pesar de que Harr aclaró el propósito de su proyecto, las respuestas de las plataformas resaltan una problemática más amplia sobre cómo se manejan las críticas al capitalismo en las redes sociales.
La historia no solo suscita discusión sobre el control corporativo en el ámbito digital, sino que también plantea dudas sobre el futuro del activismo en línea. Si las cartas «Most Wanted CEO» ven la luz algún día, es posible que los ejecutivos de las plataformas que censuraron este proyecto sean considerados para su propio mazo.