El pistacho, anteriormente considerado un fruto seco exclusivo y distinguido, ha experimentado una transformación en su percepción y uso cultural, impulsada en gran parte por la influencia de las redes sociales. Originalmente, su consumo se limitaba a productos elaborados como helados artesanales italianos y baklava, siendo considerado un lujo debido a su costo y sabor único. Sin embargo, con el auge de plataformas digitales, este fruto se ha vuelto omnipresente en una amplia variedad de formas, desde cremas y pastas hasta aromas sintéticos, adoptando el papel de un ingrediente de moda que tiñe todo tipo de productos con su característico color verde fosforito. Esta viralidad ha sido alimentada por fenómenos culinarios como el «Chocolate Dubai», que no solo popularizó el pistacho, sino que también llevó a la creación de versiones extravagantes y visualmente atractivas que rápidamente se convirtieron en tendencia en Instagram.
La «pistachitis», término acuñado para describir esta obsesión, no solo abarca el ámbito culinario, sino que también se extiende al mundo de la perfumería. Las fragancias inspiradas en el pistacho han ganado popularidad, apelando a su reconfortante y sofisticada imagen, aunque la mayoría de ellas se basan en aromas artificiales. La tendencia ha llevado a una proliferación de productos que, aunque visualmente atractivos, a menudo carecen de autenticidad en sabor y calidad. Este fenómeno refleja un patrón común en las modas gastronómicas, donde la percepción de lujo y exclusividad se impone sobre la autenticidad del producto, favoreciendo la producción masiva y económica que diluye el sabor real del pistacho en favor de versiones industrializadas. A medida que esta moda alcance su punto máximo, es posible que pronto sea reemplazada por algún otro ingrediente llamativo y fotogénico.
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