En vísperas de la reunión del Banco de la República en Colombia, se anticipa que la tasa de interés oficial se mantendrá en 9,25%, a pesar de la presión política del Gobierno de izquierdas liderado por Germán Ávila, ministro de Hacienda. La reciente alza inflacionaria en agosto limita el margen de maniobra del oficialismo ante la postura más conservadora del banco. La situación refleja una tensión similar a la de Estados Unidos con la Reserva Federal, donde las presiones políticas impactan la percepción de independencia de estas entidades. A pesar de las críticas a través de redes sociales y discursos, Gustavo Petro ha tenido que equilibrar su deseo de un crecimiento más rápido con la realidad económica y las decisiones del banco central, encabezado por el gerente Leonardo Villar.
La estructura del Banco de la República, diseñada para resistir presiones políticas, ha demostrado ser un cortafuego contra cambios abruptos propuestos por el Gobierno. Las recientes designaciones de Laura Moisá y César Giraldo, alineados con la visión gubernamental, aún no han inclinado la balanza en favor de recortes drásticos en las tasas de interés. A pesar de ello, el banco central sigue priorizando la estabilidad económica en un contexto donde el déficit fiscal proyectado para este año es de 7,1%. Mientras tanto, el país enfrenta un dilema: aunque mantener altas tasas de interés favorece a inversores en bonos a corto plazo, la mayoría de los colombianos se ve afectada por una menor capacidad adquisitiva y dificultades para acceder a créditos, lo que resulta en un crecimiento económico limitado.
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