Bjørn Arild Gram, actual ministro de Defensa de Noruega, enfrenta un periodo de compleja tensión diplomática y militar con Rusia, tras asumir su cargo poco después de la invasión rusa a Ucrania. Gram, miembro del Partido de Centro, subraya que el final de la guerra aún no se vislumbra, y recalca que Moscú ha logrado reestructurar sus capacidades militares, produciendo armamento a gran escala a pesar de estar comprometido en Ucrania. Noruega, que comparte con Rusia 195,7 kilómetros de frontera, observa con preocupación las maniobras militares rusas, especialmente en la estratégica península de Kola, y ha incrementado la vigilancia de los movimientos rusos, temiendo un cambio en la estabilidad regional. A la vez, la comunicación con Rusia se ha reducido significativamente, marcando un distanciamiento en las relaciones bilaterales desde el inicio del conflicto.
La situación en Ucrania, aunque estancada, presenta un alto costo humano, con bajas significativas en ambos bandos. Según Gram, las fuerzas rusas no han alcanzado sus objetivos iniciales, y aunque Ucrania cuenta con un mejor adiestramiento y armamento superior, las fuerzas rusas superan en número. Mientras diversos actores internacionales, incluidos Estados Unidos, juegan un papel crucial en el apoyo a Ucrania, el desenlace de la guerra aún es incierto. En el contexto interno ruso, los costos de la guerra están dejando huella en la sociedad, aunque el régimen de Putin aparenta estabilidad. La creciente relación de Rusia con China en el norte del país y la preocupación por una potencial expansión de influencia rusa a exterritorios soviéticos, como los países bálticos, son puntos críticos en el escenario geopolítico europeo según el ministro noruego. La posibilidad de una adhesión futura de Ucrania a la OTAN se plantea aunque depende de numerosos factores contingentes.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.
