Hace pocos días, Jens Stoltenberg renunció a su cargo como secretario general de la OTAN, posición que ocupó durante una década y en la que será reemplazado por el neerlandés Mark Rutte. Este cambio de liderazgo se produce en un contexto altamente delicado para la organización militar, especialmente tras el conflicto desatado por la invasión rusa a Ucrania, un país que había expresado su deseo de unirse a la alianza. La renuncia de Stoltenberg ha levantado interés mediático, sobre todo después de que el periodista noruego Yama Wolasmal recuperara una entrevista con el ahora exsecretario general, en la que lo confrontó sobre diversos temas, incluyendo las intervenciones militares de China y su percepción como amenaza para los valores de la OTAN.
En la entrevista, Wolasmal desafía a Stoltenberg sobre la amenaza que representa China, subrayando que, a diferencia de EE. UU., que ha intervenido militarmente en al menos 13 países en los últimos 40 años y mantiene 750 bases en 80 naciones, China solamente tiene una gran base militar en Yibuti y no ha intervenido en ningún país durante el mismo periodo. A pesar de estos datos, Stoltenberg defendió su postura, señalando que China se está militarizando y expandiendo sus capacidades, incluyendo armas nucleares, lo que considera un peligro potencial para la OTAN. Además, destacó las violaciones de China al derecho internacional en el Mar de la China Meridional y su implicancia para países marítimos como Noruega. Esta discusión ha generado un intenso debate sobre las prioridades de seguridad de la OTAN en un mundo cada vez más complejo y multipolar.
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