En las recientes elecciones en Uruguay, el izquierdista Frente Amplio (FA) emergió como la fuerza política más votada, con su candidato Yamandú Orsi obteniendo el 44% de los votos, un resultado que si bien representa una victoria, se percibe como insuficiente al no alcanzar el 50% necesario para evitar una segunda vuelta. Apoyado por el expresidente José Mujica, Orsi deberá enfrentarse nuevamente el 24 de noviembre con Álvaro Delgado del Partido Nacional (PN), que logró el 27% de los votos, y Andrés Ojeda del Partido Colorado, con un 16%. A pesar del escenario adverso para el Frente Amplio, el bloque oficialista parece tener ventaja, sumando un 47% al combinar sus fuerzas. En paralelo, la fallida aprobación de propuestas de reformas constitucionales refleja un electorado dividido.
Por otro lado, las elecciones definieron la distribución preliminar de escaños en el Parlamento. En la Cámara de Diputados, el Partido Nacional podría alcanzar la mayoría con sus aliados, mientras que el Frente Amplio controlaría 47 bancas. Un nuevo partido, Identidad Soberana, ingresaría con dos escaños. En el Senado, la situación es más ajustada, destacando un equilibrio entre la izquierda y sus opositores. En un marco de alta participación electoral y estabilidad democrática, Uruguay enfrenta desafíos significativos, como la pobreza infantil y la seguridad pública, cuestiones que el próximo gobierno, a asumir en 2025, deberá abordar con urgencia. El proceso electoral transcurrió en un clima de tranquilidad, manteniendo la reputación del país como una de las democracias más consolidadas en la región.
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